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martes, 31 de enero de 2017

Pluma, de María del Carmen Názer


































"¿Quién me enviará entre las nubes
preciosos mensajes de amor…?”
Li Qingzhao


Acá estoy, sentada
a orillas de mi dulce río,
aspirando la fragancia de la luna
que asoma
sobre el fondo de un cielo
de naranjas.
Echo de menos a mi abuela.
La invoco y ella viene.
Huele a hierbas
recién amanecidas;
huele a menta, a salvia, a romero,
a poleo...
Me abraza,
me acuna,
me arropa,
me canta...
El cielo se inclina
para escucharnos.
Sopla el viento.
De pronto, una pluma blanca
casi de algodón,
envuelta en luz
vuela hacia el río
y se deja llevar por las aguas
delicadamente.
Mi alma: toda la blancura.

María del Carmen Názer



viernes, 27 de enero de 2017

Infancia, de Ana María Cué






Lugar fugitivo del alma
que no supo en qué dolor
depositar su mundo,
espacio intacto
donde aún somos nosotros
mirándonos crecer.

Ana María Cué


martes, 24 de enero de 2017

Rincón de Haikus, de Mario Benedetti








No sé tu nombre
sólo sé la mirada 
con que lo dices.


Dame cobijo
con toda la ternura 
que te he prestado.


Llueve sin ruido
pero bajo el paraguas
funciona el beso.


En foto sepia
estabas vos y el tiempo
se fue contigo.


Pasan las nubes
y el cielo queda limpio
de toda culpa.


Desde el espejo 
mis ojos no me miran
miran el tiempo.


El propio Benedetti
reconoce que escribir los haikus-esa forma lírica japonesa-
comenzó siendo un juego y finalizó convirtiéndose en un desafío.
Entre las dificultades a vencer estaban:
la brevedad y la necesidad de incluir sus obsesiones
en tan pocas palabras.
El resultado es este retrato de sensaciones, paisajes
y sentimientos, dibujado desde pequeñas anécdotas
y bellas imágenes.


En mis ojos..., de Salvador Pliego






Dicen que las alas dejan de volar,
caen,
se despluman en el aire
y el cielo se ausenta en una marcha
que migra hacia otras formas.

Prefiero mirarlas como el trino,
en una copa,
sobre el viento y el ocaso,
más allá de toda ave:
en mis ojos,
contando plumas
de cien atardeceres.

Salvador Pliego


sábado, 14 de enero de 2017

Objetos perdidos, de Julio Cortázar







Por veredas de sueño y habitaciones sordas
tus rendidos veranos me acechan con sus cantos.
Una cifra vigilante y sigilosa
va por los arrabales llamándome y llamándome,
pero qué falta, dime, en la tarjeta diminuta
donde están tu nombre, tu calle y tu desvelo,
si la cifra se mezcla con las letras del sueño,
si solamente estás donde ya no te busco.

Julio Cortázar

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JULES FLORENCIO CORTÁZAR, escritor argentino nacido en Bruselas en 1914, es una de las figuras más importantes de la literatura hispanoamericana.

Llegó a Argentina con cuatro años, tras haber estado viviendo en Ginebra y Zurich. Fue abandonado por su padre, vivió con el resto de su familia en Banfield, un suburbio de Buenos Aires.

En 1923, a la edad temprana de nueve años, inició sus primeros ejercicios literarios. También empezó a escribir poemas. La familia sospechaba que eran plagios, lo que le provocaba a Julio una gran desazón.


Poema 20, de Pablo Neruda



















Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Pablo Neruda


lunes, 9 de enero de 2017

Los poemas del gran río, de Felipe Aldana





Hablábamos bajo los árboles
umbrosos
donde conversan las nieblas

tan
suave
como una lágrima
descendió la noche.

Del azar
tomó cuatro palabras
las puso de corral
contra los vientos

y esperó una vida
que el infinito
quedara dentro.

Felipe Aldana (Argentina)

domingo, 8 de enero de 2017

Escribir... de Graham Greene



Escribir es una forma de terapia.
A veces, me pregunto cómo se las arreglan
los que no escriben,
los que no componen música o pintan
para escapar de la locura,
de la melancolía,
del terror pánico inherente
a la condición humana.

Graham Greene

viernes, 6 de enero de 2017

LXXXII, de Verónica Calvo




Por la ventana abierta
escapa la melodía
que con tus manos
arrancas al piano.
Se escapa, lejos,
otoñal y sublime.
Y tú me preguntas divertido
en qué mundo ando.
He ido con la brisa
a buscar la melodía,
celosa de tus manos.

Verónica Calvo

Del libro "Las pequeñas esencias"

Su blog 

TINTA DE SUEÑOS


jueves, 5 de enero de 2017

El pozo, de Juana de Ibarbourou





















Asiento de musgo florido
sobre el viejo brocal derruido.
Sitio que elegimos para hablar de amor,
bajo el enorme paraíso en flor.

¡Ay, pobre del agua que del fondo mira,
tal vez envidiosa, quizás dolorida!
¡Tan triste la pobre, tan muda, tan quieta
bajo esta nerviosa ramazón violeta!

-Vámonos. No quiero que el agua nos vea
cuando me acaricies. Tal vez eso sea
darle una tortura. ¿Quién la ama a ella?
-Tonta! ¡Si de noche la besa una estrella!

Juana de Ibarbourou